Al investigar el efecto de la vitamina D-3 en las células que conforman el revestimiento de los vasos sanguíneos, los científicos de la Universidad de Ohio en Athens, OH, han identificado por primera vez el papel que desempeña la “vitamina del sol” en la preservación de la salud cardiovascular.
En un capítulo divulgado en el International Journal of Nanomedicine, cuentan cómo utilizaron nanosensores y un exploratorio celular para igualar los dispositivos moleculares que la vitamina D-3 logra liberar en el endotelio, que es la capa delgada de tejido que recubre los vasos sanguíneos.
Primitivamente se opinaba que el endotelio no poseía demás objetivo que el de desenvolverse como un “paquete” inerte del procedimiento vascular, accediendo que el agua y los electrolitos transitaran y surgieran del torrente sanguíneo. Sin embargo, los avances en los últimos 30 años han revelado que el endotelio actúa más como un órgano que recubre todo el sistema circulatorio desde el “corazón a los angostos más pequeños” y cuyas células transportan diversas ocupaciones biológicas magníficas.
La vitamina D-3 tiene un papel más allá de la salud ósea, el nuevo estudio sugiere que la vitamina D-3, una versión de vitamina D que produce nuestro cuerpo de representación natural cuando mostramos nuestra piel al sol, retoza un papel clave en la conservación y reparación del deterioro al endotelio que acontece en estas enfermedades.
Algunas otras fuentes naturales de vitamina D-3 incluyen yemas de huevo y pescado azul. También se puede obtener en forma de suplementos. La vitamina D-3 ya es conocida por su papel en la salud ósea.
Los nanosensores probaron el efecto de D-3 en las células, para su estudio, el Prof. Malinski y sus colegas desarrollaron un sistema de medición que utiliza nanosensores o sondas diminutas que son 1.000 veces más pequeñas que el grosor del cabello humano y que pueden operar a nivel de átomos y moléculas. Manipularon los nanosensores para indagar la huella de la vitamina D-3 en los dispositivos atómicos de las células endoteliales humanas que se tenían tratado para exponer el propio tipo de daño que se produce por la presión arterial alta.
Señalan que su estudio “proporciona información molecular directa a las observaciones publicadas anteriormente que sugieren que la hipertensión inducida por la deficiencia de vitamina D-3 está asociada con la oxidación vascular estrés. “Los efectos de la vitamina D-3 fueron similares en las células endoteliales caucásicas y afroamericanas.
¿Podría D-3 revertir el daño cardiovascular?
Los escritores del artículo puntean que, si bien sus descubrimientos proceden de pruebas elaboradas en un tipo celular de presión arterial alta, “Las oposiciones de la atribución de la vitamina D-3 en el endotelio disfuncional son considerablemente más extensas”.
Insinúan que la vitamina D-3 tiene el permisible de invertir elocuentemente el deterioro que la presión arterial alta, la aterosclerosis, la diabetes y demás padecimientos quebrantan en el sistema cardiovascular.
“No hay muchos”, agrega el Prof. Malinski, “si los hay, sistemas conocidos que pueden usarse para restaurar las células endoteliales cardiovasculares que ya están dañadas y la vitamina D-3 puede hacerlo”. ” Se trata de un recurso muy financiero para remediar el sistema cardiovascular. No tenemos que desarrollar un nuevo medicamento. Ya lo tenemos”.