Este proceso de generación o nacimiento de nuevas neuronas se conoce como neurogénesis. Y el hecho de que no se produzca en la edad adulta significa que el cerebro pierde la capacidad para seguir aprendiendo y en consecuencia su deterioro con el paso del tiempo es inevitable.
¿Cómo se realizo dicho estudio?
El mencionado estudio, cuyos resultados fueron publicados en Nature, inició cuando Arturo Alvarez-Buylla, autor del mismo, visitó a un colega en China. Allí revisó varias muestras de cerebro humano y no notó en ellas señales de neurogénesis. Debido a eso se propuso un experimento propio, a fin de determinar si el cerebro humano era capaz de hacer ese proceso.
Para ello tomó como muestra 59 cerebros de personas que habían fallecido recientemente, todas ellas de diferentes edades. Esta materia gris fue analizada utilizando para ello los tradicionales métodos de cortes cerebrales, así como también los más modernos procedimientos de este campo y tecnología avanzada.
Gracias a ello los científicos pudieron observar como en los cerebros de bebés y niños de corta edad, la neurogénesis se desarrollaba en gran cantidad y con total normalidad. Pero en aquellos que les pertenecían a niños de siete años, disminuía significativamente la producción de nuevas neuronas.
Pero hubo un dato revelador en el análisis, que llevó a los científicos a concluir que el cerebro humano deja de crecer y desarrollarse cuando alcanza la edad adulta. Y es que ninguno de los cerebros que le pertenecían a personas mayores de 13 años mostró signos de producción de neuronas nuevas y de neuronas recién formadas.
Estos resultados constituyen malas noticias para quienes soñaban con extender la vida humana para siempre. Porque sin la posibilidad de seguir aprendiendo el cerebro se deteriorara irremediablemente, lo que hará imposible que las personas mantengan intactas sus facultades mentales.
¿Los resultados son concluyentes?
Hay algunos experimentos que contradicen el estudio realizado por Arturo Alvarez-Buylla. Uno de ellos es el fue realizado en cerebros de perros adultos, donde si fue detectada la actividad de neurogénesis. Y a través de otros se ha demostrado indicios de generación de neuromas en la edad adulta, lo que aún mantiene esperanzados a los científicos.
Sin embargo, hace falta realizar otros estudios para comprobar dichas teorías. Pero es poco probable que se haga debido a la dificultad para conseguir una gran cantidad de nuevos cerebros humanos que puedan ser cortados y analizados, tal como se hizo con los 59 cerebros de este estudio.
Otras esperanzas
Es importante resaltar qué así como causó decepción, este estudio abrió la noción a las personas que apuestan a alcanzar la inmortalidad a través de otras posibilidades. Una de ellas es la de cargar los cerebros humanos a un sistema informático, donde puedan ser conservadas su facultades de aprendizaje.
Lo malo es que este proyecto presenta dos dificultades, la primera es que no se ha creado un sistema de este tipo que no se deteriore con el avance del tiempo. Y la segunda es que de crearlo, éste eventualmente también podría fallar, dejando las esperanzas científicas al flote.
Todo esto nos lleva a concluir que tal vez sería mejor que los seres humanos acepten que hay un límite de edad para la vida. Y que con el paso del tiempo es imposible evitar el envejecimiento del cerebro; proceso a través del cual se acelera la perdida de la conciencia mental.
