Para esta fase final del estudio, la de revertir los efectos, los científicos solo consideraron la participación de ratones hembra, porque no obtuvieron la misma respuesta en los ratones machos. Estos datos de interés para la ciencia y para todos nosotros fueron publicados recientemente por la revista Nature Neuroscience.
Realmente el estrés es contagioso
Las emociones al igual que el estrés son contagiosas. Estudios recientes de especialistas indican que las emociones y el estrés son catalogados como elementos contagiosos. Pero no se ha definido a plenitud si sus consecuencias son duraderas en el cerebro. Los cambios en el cerebro vinculados con el estrés llevan una carga de muchos trastornos de la mente como la ansiedad, la culpa, la depresión, entre otras.
¿Cuál fue la prueba para saber si el estrés era contagioso?
Los investigadores examinaron cada efecto producido por el estrés en cada uno de los pares de ratones de la muestra obtenida. Luego retiraban a uno de ellos por cada par y lo exponían a situaciones de estrés para luego devolverlo a su jaula con su compañero. Los científicos examinaban las respuestas de las células específicas en las neuronas CRH de cada uno de los ratoncitos extraídos.
Luego de estudiarlas por separado, demostraron que los cerebros de los roedores estresados y los de sus compañeros “sin estrés” fueron alterados de la misma forma. Las neuronas revisadas, CRH de los ratones que no fueron expuestos a estrés intencional, presentaron una idéntica alteración que los otros. Estos resultados permitieron a los científicos asegurar que en líneas generales el estrés sí se contagia.
¿Cómo se demostró?
Los científicos usaron enfoques optogenéticos, basados en el uso de genes exógenos que ayudan a codificar a las proteínas que son sensibles a la luz en algunas células. Ellos observaron cómo se silenciaban las neuronas durante la acción del estrés y cómo se evitaron los cambios que ocurrían después del mismo.
Estos cambios en las neuronas de los ratones permitieron a su vez, evidenciar la reacción del ratoncito compañero cuando silenciaba las neuronas durante la relación con la pareja estresada. El estrés de esa forma no se transfería, pero al considerar la herramienta luz, las neuronas se activaban, incluso sin la presencia del estrés. Ellos notaron que los ratones cambiaron como si hubiesen estado expuestos a un gran cúmulo de estrés real al impacto de la luz.
Cabe resaltar que el funcionamiento de las neuronas CRH provoca una ligera liberación de ciertas señales químicas en el ratón que activa al compañero. Al incidir en ellos la señal provocada, este ratón puede alertar al resto del grupo. Esta propagación de señales indicadas revela elementos de interés comunicacionales que pueden ser útiles para la formación de inusuales redes sociales para estas y otras especies.
Los resultados obtenidos son instrumentos útiles para entender la óptima calidad que tienen las redes sociales para aligerar el estrés. Los investigadores observaron con determinación que los efectos en las neuronas CRH mermaron en las hembras al 50%. Al compartir con los otros ratones sin estrés, estos ratones hembras cambiaban. Como caso un tanto extraño no sucedió igual con los ratones machos.
Conclusión
Los científicos llegan a la conclusión de que el estrés sí se puede contagiar, e incluso ellos piensan que debe ser igual en humanos. Para nadie es secreto que un artista contagia a sus perceptores con sus sentimientos a través de su música, pintura, escultura, poesía, y más. Se dice que hasta el bostezo se contagia. Esta prueba explica que el estrés también puede pasar a ser un ente contagioso y compartido.
Viendo los fundamentos en los resultados de este estudio se puede decir que el estrés es una actitud que se contagia de manera rápida y progresiva.