Dichos resultados han evidenciado le hecho de que las personas con obesidad y las que poseen un peso normal, tiene opiniones muy diferentes en cuanto a la alimentación y el ejercicio. El gusto y el costo resultan ser sus principales indicadores a la hora de seleccionar que comer y no se le da importancia a la nutrición.
También se pudo comprobar que la relación de estos individuos con la comida es muy impulsiva y emocional. Sin embargo, aunque muchas personas con obesidad estaban abiertas a la idea de ingerir porciones de comida más pequeñas y seleccionadas nutricionalmente, eran menos propensos a practicar alguna actividad física.
¿Qué significan estos datos?
Según Hank Cardello, director de Food Police Center, hay una disparidad entre las políticas aplicadas para la prevención y tratamiento de la obesidad y la mentalidad de las personas para las cuales se diseñan dichas políticas. También manifiesta que en el mundo cada vez se consume comida más sana, excepto en USA.
Los patrones de consumo de un estadounidense no parecen encajar con los patrones mundiales. Si se observa a un ciudadano promedio podrán apreciarse con claridad los los patrones y actitudes de los consumidores de los años setenta y ochenta del siglo pasado.
Los datos y consideraciones sugieren sin duda que los enfoques educativos tradicionales persisten en la sociedad. Por lo que, según Cardello, si se quieren cambiar las conductas alimenticias de las personas deben modificarse también los enfoques educativos.
En el estudio, se practicó una encuesta a dos mil personas. A cada una de ellas se las ubicó en una de cuatro categorías según su índice de masa corporal. Las categorías son peso saludable (IMC 18.5 a 24.9); algo de sobrepeso (IMC 25 a 27); mayormente con sobrepeso (IMC 27.1 a 29.9); y obeso (IMC de 30 en adelante).
Las actitudes cambiaron significativamente entre personas de cada grupo
Resulta pues, que más del 40% de las personas del grupo de peso saludable manifestó que la salud y nutrición son los principales factores a la hora de elegir que alimentos consumir. A medida que se avanzaba con la pregunta, la cifra disminuyo a medida que el IMC y el peso aumentaban.
Más del 70% de los encuestados más obesos admitieron saber que deberían ingerir comida más sana, pero que nunca lo hacían. También manifestaron que lo más probable es que ingirieran comida chatarra como papas fritas, pasteles, helados, galletas, y refrescos, ignorando el componente nutricional.
Como constante se halló que la mayoría de las personas con obesidad no renunciaron ni renunciarían al consumo de edulcorantes artificiales y que tampoco se han dado a la tarea de buscar opciones naturales. Y en esa proporción, los más obesos indicaron que muchas veces el costo de los productos saludables los hace prescindir de ellos.
En cuanto a la actividad física, solo el 10% de los obesos indicaron realizar algún ejercicio físico, muy por debajo del grupo que tiene un IMC saludable. Como dato positivo se halló que, aunque las personas con obesidad no estaban dispuestas a alimentarse saludablemente, si estaban dispuestas a reducir sus porciones.
Lona Sandon, directora del departamento de nutrición clínica en la Escuela de Profesiones de la Salud de la Universidad de Texas, manifiesta que la obesidad es un problema tanto cultural como social, que amerita un cambio en el estilo de vida de la sociedad.
